Soh recorre los largos pasillos del supermercado con un mohín de desagrado, observando con reproche la febril actividad de los consumidores que, a última hora de la tarde, comparan con minuciosidad pesos, precios y calidades.
En el pasillo dedicado al grano, decenas de variedades de aperitivos al gusto local —barbacoa coreana, gambas, salsa agridulce— compiten con sémolas, fideos, arroces y leguminosas. Frutas y vegetales se apilan en grandes mostradores para ser embalados por los compradores al peso. En las vitrinas frigoríficas se suceden diferentes marcas de salchichas y tofu. Hay que buscar para hallar importaciones vietnamitas o chinas: la vasta mayoría es producto norcoreano.
En el corredor dedicado a licores, los vinos de importación —Italia, Chile, Francia— no pueden competir con las botellas de cerveza local y nontaegi, licor a base de almidón despachado en envases plásticos transparentes y agrupados en…
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