Sudán es una nación rica, aunque no lo parece ni por el número de ciudadanos que intentan abandonarlo y huir a Europa, ni por su dependencia de la ayuda exterior o su población empobrecida después de tres décadas de dictadura. En Sudán hay oro y minerales, recursos naturales y tierra agrícola muy fértil con potencial para alimentar a los países que la rodean… y a las grandes potencias. Los ingredientes perfectos para que Occidente, los países del Golfo y también Rusia y China se fijaran en este país mucho antes del enfrentamiento entre dos generales, que por el momento ha causado la muerte de más de 400 personas y ha herido a unas 3.500. El sueño de democracia que en 2019 empezaba con un alzamiento civil que hizo caer la larga dictadura de Omar al Bashir muere entre el fuego cruzado de las milicias paramilitares de Hamdan Dagalo y las Fuerzas Armadas Sudanesas de Abdelfatah al Burhan. Ninguno parece dispuesto a retirarse para dar paso a un gobierno civil. La batalla por el poder se libra en las calles del tercer mayor país de África.
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