WHAT
El Frente Nacional (FN) se ha quedado a las puertas. A pesar de ganar en la primera vuelta de las elecciones regionales francesas, la alianza entre socialistas y sarkozistas en algunos territorios ha impedido que por primera vez en la historia los ultraderechistas de Marine Le Pen gobiernen en una región del hexágono.
Los Republicanos, el partido de Sarkozy, ganan las elecciones y consiguen siete gobiernos regionales, incluido el de la región de París. El Partido Socialista, que hasta ahora tenía el poder de todas las regiones menos una, se queda con cinco y los regionalistas ganan en Córcega.
En la primera vuelta del pasado domingo, el FN se había situado como el partido más votado y quedó primero en seis de las trece regiones, en algunas de ellas con más del 40% de los votos. En la segunda vuelta solo concurrían los dos o tres candidatos con mejor resultado. En esta ocasión, los candidatos socialistas se han retirado en aquellas regiones donde no tenían opciones de victoria y han pedido el voto por el candidato de derechas para frenar al FN. Este frente republicano contra la ultraderecha ha movilizado la participación (diez puntos más que en la primera vuelta) y ha alejado a los extremistas del poder.
WHEN
El FN ya avisó de que no quería ser un partido marginal: tiene vocación de Gobierno. En 2002, desbancó al PS de Lionel Jospin de la carrera presidencial y, por primera vez en la historia, a la segunda vuelta llegaba un representante del FN: Jean-Marie Le Pen. Tras el golpe, la izquierda pidió el voto por Chirac para frenar a la ultraderecha, y este consiguió la reelección con un apoyo inédito: el 80% de los votos.
Después vinieron unos años en los que Sarkozy, primero como ministro del Interior y luego como presidente de la República, desactivó a la ultraderecha apropiándose de su discurso, especialmente en lo referente a la inmigración y la mano dura. Funcionó. En las presidenciales de 2007, unificó el voto de derechas y paró el ascenso del FN, que pasó a ser la cuarta fuerza del país. La ultraderecha tenía menos fuerza electoral, pero sus propuestas seguían en el centro de la arena política.
En la elección de 2012, el antisarkozismo catapultó a François Hollande al Elíseo. Durante su mandato, el FN ha seguido advirtiendo de que su meta era la presidencia de la República. Y cambió de imagen. El viejo patriarca Le Pen, Jean-Marie, se retiró y cedió la batuta del partido a su hija Marine. Eran las mismas ideas, pronunciadas con otras palabras y con una imagen más moderna para llegar al voto popular y de clase media.
Lo lograron. El FN fue el partido más votado en las elecciones europeas de 2014 —Marine no se cansó de repetir que eran el primer partido de Francia— y consiguió diversas alcaldías en las municipales del mismo año, principalmente Béziers, en el sur, y Hénin-Beaumont, en el Paso de Calais. La ascensión del FN viene de lejos y ya es un partido consolidado.
WHO
Estas elecciones regionales dejan una conclusión clara: dentro de año y medio, tres figuras tienen posibilidades de auparse a la presidencia: François Hollande, el expresidente y líder de Les Républicains Nicolas Sarkozy y la líder ultraderechista Marine Le Pen. Esto es algo nuevo. La clave será ver quién llega a la segunda vuelta, o lo que es lo mismo, quiénes consiguen la primera y la segunda posición. El debilitamiento del PS puede allanar el terreno al FN para repetir lo que ocurrió en 2002: que los franceses elijan a un presidente en segunda vuelta con Sarkozy y Le Pen (hija, en este caso) de candidatos. ¿Funcionará entonces el cordón sanitario anti-FN, como lo ha hecho hoy? Sarkozy no es el moderado Chirac para el electorado de izquierdas. Eso podría beneficiar a Marine Le Pen en una hipotética segunda vuelta.
WHERE
Francia es uno de los ejes de Europa. La fuerza del FN, sus primeras cuotas de poder y la aplicación de sus políticas puede ser la mecha para un próximo aumento del voto ultraderechista en otros países, a pesar de las notorias diferencias que existen entre las formaciones ultraderechistas europeas. El UKIP británico ya marca el paso a Cameron. Los fascistas de Amanecer Dorado en Grecia podrían recoger la frustración popular con Syriza en el futuro. Alternativa para Alemania puede conseguir la tercera posición en el país, según algunos sondeos. Y hay otros partidos en Finlandia, Dinamarca o Suecia. Están en juego, a nivel europeo, las políticas de asilo e inmigración, e incluso el derribo de una Europa con libre circulación de sus ciudadanos.
WHY
Las razones del voto en auge al FN son diversas y van desde la emoción nacionalista a la frustración por la falta de soluciones de los viejos partidos.
El Producto Interior Bruto (PIB) del país cae año tras año, la deuda alcanzó el 95% del PIB el año pasado, la balanza comercial es negativa y el paro supera el 10%. Además, Europa pasó del eje franco-alemán de Chirac y Schröder a la Europa alemana de Merkel. Muchos ciudadanos, que no se consideran de ultraderecha ni tan solo de derechas, creen que los viejos partidos (el PS o la derecha de Sarkozy) no son útiles, que hacen falta soluciones nuevas de actores nuevos y que Europa y el euro es una fuente importante de sus problemas. Muchos de esos votantes habían sido simpatizantes socialistas o comunistas.
El país se recupera además de los atentados del mes pasado, en los que perdieron la vida 130 personas. Hollande impulsó viejas medidas de Le Pen como el cierre de fronteras.
El discurso anti-inmigración es la otra gran fuente de votos de la ultraderecha. Francia, que tiene un campo de refugiados en Calais —donde, por cierto, el FN arrasó en primera vuelta— es el país de la UE más reacio a acoger refugiados, según una encuesta elaborada en septiembre por el Instituto Francés de Opinión Pública. La cuestión migratoria está en el centro del debate político. El representante del ala derecha de los socialistas, el primer ministro Manuel Valls, asume con ligereza que en Francia se vive un apartheid territorial, social y étnico.
Pese a la derrota de hoy, ¿puede llegar Marine Le Pen a ser presidenta? Las respuestas empiezan a partir de mañana.