La Cámara de Diputados brasileña ha aprobado iniciar un proceso de destitución (impeachment) contra la presidenta Dilma Rousseff con el apoyo de más de dos tercios de los parlamentarios. Se contaron 367 votos a favor del cese de la mandataria —25 más de los que eran necesarios para abrir el proceso— y 137 en contra.
¿Qué hay detrás de este impeachment? Sobre el papel, el proceso fue impulsado a causa del maquillaje de cuentas del Gobierno de Rousseff. Pero quienes esperaban de los discursos de los diputados argumentos jurídicos sobre por qué esta práctica es un crimen de responsabilidad se llevaron un buen chasco: los parlamentarios se dedicaron a loar a Dios, dedicar el voto a su familia o referirse a la crisis económica, que en principio no es lo que se discute ahora.
La sesión puso de manifiesto que la oposición está decidida a tumbar a la mandataria brasileña. Ha pesado su falta de capacidad para ganar apoyos en el Legislativo, el caso Petrobras o mayor escándalo de corrupción de la historia de Brasil (en el que muchos diputados están implicados), y una crisis económica a la que no se están encontrando respuestas.
WHO
Hay dos bandos en la batalla del impeachment. Por un lado, la presidenta Dilma Rousseff y su Partido de los Trabajadores (PT), así como algunos sectores críticos a su izquierda como el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), que, aunque cuestiona sus políticas y la corrupción que carcome al partido, defiende la legitimidad del mandato conseguido en las urnas en octubre de 2014.
El expresidente Lula, investigado por su posible implicación en el caso Petrobras, es una figura central del conflicto y su legado divide a los brasileños. Poco después de que fuera llamado a declarar ante la policía el pasado marzo, Lula fue nombrado ministro de Rousseff, pirueta con la que la mandataria esperaba recuperar apoyos en el Legislativo y de paso frenar el impeachment. El tiro le salió por la culata, la Justicia anuló el nombramiento y la participación del exmandatario en negociaciones con diputados no ha sido suficiente para frenar un cese que está más cerca que nunca. En la torcida del Gobierno hay sindicatos, el Movimiento de los Sin Tierra y los Sin Techo e intelectuales de izquierda (incluidos Chico Buarque, Caetano Veloso o Gilberto Gil). En las manifestaciones, visten de rojo para dar color a su resistencia.
El otro bando está formado por la principal fuerza de la oposición, el Partido Socialdemócrata Brasileño (PSDB), por un exaliado del gobierno, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), y por otros partidos a la derecha del PT. Dos figuras del PMDB han sido claves para que el proceso avance. El presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, se ha visto él mismo inmerso en un proceso de destitución impulsado por miembros del PT a causa de casos de corrupción, y ha reaccionado contra ellos, o al menos eso es lo que alegan los defensores del Gobierno. Cunha aceptó la propuesta de impeachment y convenció a muchos diputados de que lo apoyaran.
El vicepresidente Michel Temer, que hace un año negaba que hubiese base legal para el cese de Rousseff, decidió cambiar de opinión hace unos meses y lideró la desbandada de su PMDB, que acabó de darle alas al impeachment. Entre Temer y Cunha se han encargado de repartir los ministerios de un futuro gobierno que presidiría el primero y del que Cunha sería vicepresidente. El resto del bando pro-impeachment lo forman la patronal de Sao Paulo y Río, trabajadores liberales, élites económicas y gran parte de una clase media trabajadora que se considera traicionada por el PT. En las protestas, visten de amarillo y algunas de sus proclamas son fervorosamente anticomunistas.
WHAT
El impeachment es un proceso de destitución del presidente que recoge la Constitución brasileña y que ya derribó en 1992 al entonces presidente Fernando Collor de Melo. Aunque se lleva a cabo en el Congreso bicameral de Brasil (formado por Senado y Cámara de Diputados), se le considera un proceso jurídico porque para derribar a la mandataria hace falta una base legal, un delito de responsabilidad que, en este caso, serían las maniobras fiscales mediante las cuales Rousseff maquilló las cuentas de 2014 y 2015. Sin embargo, lo que realmente ha puesto a la cámara en su contra ha sido su falta de cintura política y su cercanía al escándalo de corrupción de Petrobras, el supuesto desvío de miles de millones de las arcas públicas para pagar sobornos.
WHEN
La grave crisis del Gobierno arranca en marzo de 2014, cuando se empiezan a descubrir los detalles de la trama corrupta en torno a Petrobras, en la que participaron miembros de los gobiernos de Lula y Rousseff. El escándalo no impide su victoria en las elecciones de octubre, con un 3% de ventaja sobre Aécio Neves, del PSDB, en la segunda vuelta, pero Rousseff arrancó su mandato en enero de 2015 con poca legitimidad. Por ello, dio un giro a la derecha en su política económica para recuperar a los mercados, pero el año cerró con un retroceso del 3,8% del PIB que debilitó aún más su imagen.
En octubre de 2015, el Tribunal de Cuentas brasileño rechazó los números de los últimos ejercicios de Rousseff y, en diciembre, Cunha aceptó el impeachment que solicitaron varios juristas y que se abrió definitivamente con la votación en la Cámara del pasado domingo 17 de abril. En las próximas semanas, el Senado y la Corte Suprema decidirán si refrendan el cese de la mandataria.
WHERE
Brasil, el mayor país de Sudamérica y séptima economía mundial, cuenta con 200 millones de habitantes y un PIB de más de 2,2 billones de dólares. Después de años de lucha contra la desigualdad y de crecimiento económico liderados por Lula y Rousseff (en la primera mitad de su mandato), el país empieza a mostrar síntomas de desgaste e insatisfacción sobre todo a partir de las históricas marchas de junio de 2013.
La actual crisis económica y la corrupción han vuelto a dejar a Brasil en una posición de debilidad que hacía muchos años que no sufría. El desempleo empieza a crecer y existe el riesgo de que la violencia y la conflictividad social, en un ambiente muy polarizado a nivel político, vaya en aumento. Brasil es un socio estratégico para cualquier país que quiera invertir en América Latina, su condición de líder en la región siempre es observada con atención por Estados Unidos y sus crisis repercuten negativamente en todos sus vecinos y en el Mercosur.
WHY
Los motivos de la crisis brasileña son una mezcla política y económica. El hecho de que el Gobierno no haya sabido combatir la crisis económica, que sigue costando empleos y acelerando la inflación, ha dado alas a una oposición cansada del PT, que ha ganado las últimas cuatro elecciones en Brasil. Para parte de las élites brasileñas, no resulta cómodo un partido que aumenta los salarios mínimos y los impuestos y que regula trabajos como el de las empleadas domésticas, si bien muchas empresas se enriquecieron durante los años de crecimiento liderados por Lula, que colocó a Brasil en un lugar destacado del mapamundi político y comercial.
El desgaste de Rousseff, en todo caso, es profundo. La corrupción en la empresa pública Petrobras y en constructoras contratistas como Odebrecht o OAS, así como su falta de capacidad política para gestionar la presión opositora, la han abocado a esta situación. Sus maniobras fiscales solo han dado a la oposición la munición que necesitaba. Brasil, como su presidenta, sufre una crisis profunda.