Fue un giro histórico. El mundo se vio sorprendido por el monumental paso dado por la Administración Biden-Harris cuando, el pasado 5 de mayo, anunció su respaldo a la suspensión de la propiedad intelectual de las vacunas contra la covid-19 y su disposición a participar en la negociación a partir de un documento base en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Sudáfrica y la India habían presentado una propuesta en octubre de 2020 para renunciar a algunas protecciones de la propiedad intelectual (incluidas patentes, información no divulgada, diseño industrial y copyrights) de las tecnologías sanitarias para combatir la covid-19 hasta que se alcanzara la inmunidad de grupo mundial. Durante siete meses hubo discusiones circulares en el seno de la OMC: un grupo pequeño pero poderoso de países que se oponían a esta medida emplearon una táctica dilatoria para bloquear este proceso político de vital importancia. El volantazo de Estados Unidos, que formaba parte de este grupo, impulsa ahora este proceso hacia una nueva fase. ¿Pero qué pasará ahora? ¿Puede darse una renuncia a la propiedad intelectual de las vacunas en breve?
Los vaivenes europeos
La posición de Estados Unidos es importante y puede alterar sustancialmente las dinámicas de poder en la sala de negociaciones. Con Sudáfrica y la India a la cabeza de los 62 países que piden el inicio de la negociación, la implicación estadounidense puede ser el desencadenante para que los miembros de la OMC estén en posición de concluir la negociación y adoptar una exención.
Pero la rapidez con la que podamos asistir a una suspensión temporal de las protecciones de la propiedad intelectual para la pandemia de covid-19 dependerá también de la premura con la que se incorporen el resto de los países opositores. La Unión Europea, Suiza y el Reino Unido siguen rechazando la exención. Aunque la UE se muestra abierta a estudiar la iniciativa, la cuanto menos tibia reacción de los líderes europeos, el rechazo de varios jefes de Estado en la reciente cumbre informal de Oporto y los vaivenes europeos amenazan con dilatar una iniciativa que lleva sobre la mesa siete meses y que resulta clave para aumentar las fuentes de producción y suministro de vacunas y tecnología médica frente al coronavirus.
Necesitamos contar rápidamente con la exención como un importante elemento para impulsar y facilitar todas las demás acciones necesarias para aumentar la producción y el suministro. En este momento de crisis mundial, los gobiernos deben utilizar todas las medidas para garantizar que las tecnologías estén disponibles, se transfieran en su totalidad y estén libres de monopolios privados.
Más allá de las vacunas: tratamientos y diagnósticos
Es alentador ver que el punto de inflexión del anuncio estadounidense ha inspirado muchas reacciones positivas y el apoyo de más países y organizaciones. Es el caso de la Fundación Gates y de la Alianza para la Vacunación GAVI (que busca mejorar el acceso a la vacunación en países en desarrollo), que anteriormente se mostraban escépticos respecto a la propuesta. Médicos Sin Fronteras ha presentado pruebas claras sobre los desafíos de la propiedad intelectual en la pandemia y cómo la exención puede ayudar a eliminar las incertidumbres legales.
Entre el 21 y el 23 de mayo tiene lugar la cumbre del G-20 sobre salud global en Italia. Del 24 de mayo al 1 de junio se celebrará la 74º Asamblea Mundial de la Salud. El Parlamento Europeo votará sobre la suspensión de las patentes de las vacunas en la próxima sesión plenaria, del 7 al 10 de junio. Entre el 8 y el 9 de junio se reunirá el Consejo de los Adpic (Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio). Todas estas discusiones, formales o informales, deberían cubrir también las tecnologías y los materiales necesarios para producir terapias y diagnósticos.
Los países occidentales están ahora mismo en pleno despliegue de las campañas de vacunación. Más de la mitad de la población de América del Norte ha recibido al menos una dosis, mientras que en la UE es un tercio de la población. En cambio, en Sudamérica se han administrado 23 dosis por cada cien personas, mientras que en Asia la cifra baja a 18 por cada cien, en Oceanía a algo menos de 10 y en África no llega a 2 dosis por cada cien personas. Las cifras nos muestran el abismo de inequidad que se abre ante nosotros y los expertos prevén que la actual desigualdad dejará a algunos países pobres, la mayoría africanos, sin vacunas hasta 2023 o 2024.
Mientras, el virus y sus variantes siguen haciendo estragos en los países con menos recursos, y la explosión de casos en la India y Brasil está llevando a sus sistemas sanitarios al borde del colapso. La escasez de tratamientos, pruebas de diagnóstico y otros productos médicos esenciales sigue produciéndose, lo que refuerza la necesidad de tomar todas las medidas para eliminar cualquier barrera que garantice una producción y un suministro oportunos y suficientes.
Hemos aprendido las duras lecciones del pasado (y del presente) debido a los derechos de monopolio que obstaculizan las diversas fuentes de suministro de opciones más asequibles y apropiadas. Hemos visto las consecuencias trágicas cuando las lagunas de acceso al tratamiento y al diagnóstico impiden al personal sanitario de MSF proporcionar una intervención adecuada y oportuna a las personas que sufren de VIH/sida, tuberculosis resistente a los medicamentos y hepatitis C. Estas lecciones también nos enseñan que, en una pandemia, el enfoque tradicional de luchar durante largos años contra las prácticas abusivas de las patentes y ampliar así el acceso a los medicamentos concretos puede no ser suficiente y adecuado, ya que el desafío sin precedentes de la pandemia requiere que los gobiernos se anticipen y tomen medidas para eliminar todos los riesgos legales y permitir la producción y el suministro ininterrumpidos. Además, tanto la experiencia del pasado como la del último año de la pandemia es que depender de la voluntad de las empresas y de las limitadas licencias bilaterales —cuando las farmacéuticas llegan a acuerdos con otras empresas— dista mucho de ser suficiente.
Los medicamentos también importan
La cartera de productos terapéuticos contra la covid-19 sigue evolucionando. Una serie de medicamentos experimentales y reutilizados —que se desarrollaron para otras enfermedades— están cubiertos por fuertes monopolios de propiedad intelectual que pueden obstaculizar o retrasar la producción y el suministro en caso de que se demuestre su eficacia. Por el momento, vemos que algunas de las principales farmacéuticas que desarrollan medicamentos siguen utilizando licencias exclusivas incluso en una pandemia, lo que limita artificialmente la perspectiva de movilizar la capacidad mundial para garantizar una producción y un suministro suficiente y geográficamente diversificado en los países en desarrollo. La farmacéutica estadounidense Gilead y la alemana Merck, por ejemplo, han recurrido a estas licencias para excluir la posibilidad de que los fabricantes de medicamentos genéricos de más países produzcan y suministren tratamientos contra la covid-19.
Si hay una clase de herramientas que podría beneficiarse rápidamente de una exención de la propiedad intelectual es la de los llamados medicamentos de moléculas pequeñas (que entran en las células con facilidad porque tienen un peso molecular bajo). Es mucho más fácil desarrollar y aplicar ingeniería inversa a este tipo de productos. Por ello, la eliminación de las barreras de propiedad intelectual sobre los medicamentos contra la covid-19 podría traducirse rápidamente en una mayor disponibilidad de genéricos. Hay varios medicamentos caros con patente aprobados para su uso de emergencia contra el coronavirus en algunos países (por ejemplo, el antiviral remdesivir o el tratamiento contra la artritis baricitinib) y muchos más en fase de preparación (molnupiravir, proxalutamida, C21…). Los genéricos podrían estar disponibles en pocos meses si se eliminaran las patentes.
Aunque los países tienen derecho a utilizar las flexibilidades en materia de salud pública para eliminar los obstáculos que plantea la propiedad intelectual en una pandemia, las normas existentes tienen limitaciones y no son suficientes para eliminar las principales barreras legales en múltiples países. La exención, si se adopta, ofrece una opción clave para mitigar la limitación de las normas existentes y eliminar las barreras legales de forma más rápida y automática.
Veamos un ejemplo concreto. Mientras el coronavirus hace estragos en la India, NATCO, una empresa con sede en ese país, ha asumido el riesgo de lanzar su propio genérico de baricitinib, un medicamento protegido por patente y reutilizado para la covid-19. NATCO ha solicitado una licencia obligatoria —el permiso para producirlo por motivos de salud pública—, pero la decisión final tardará en llegar. La decisión de NATCO es buena, pero arriesgada desde el punto de vista legal si se retrasa la decisión sobre la licencia obligatoria. Es fundamental mantener los productos terapéuticos en el ámbito de la exención, tal como propusieron originalmente Sudáfrica y la India, de modo que los genéricos de los medicamentos con patente covid-19 puedan producirse y estar disponibles en todo el mundo. De esta forma, no habría necesidad de decisiones legales ad hoc como las licencias obligatorias. Las empresas se sentirían mucho más seguras para producir, exportar y lanzar rápidamente los genéricos.
No podemos permitirnos el lujo de esperar a que se produzcan más muertes evitables mientras las acciones y la determinación colectivas de los gobiernos pueden ayudar a alterar decisiones sobre dónde se pueden producir los medicamentos, dónde se suministran y a qué precios. Son decisiones que, hoy, están principalmente en manos de los titulares de las patentes y los monopolios.
Necesitamos hacer realidad el acceso a los medicamentos como un derecho fundamental que sustituye a los intereses comerciales en una pandemia. La UE y los países que hasta ahora se oponen a ello deberían aprovechar esta oportunidad histórica para trabajar en una verdadera solidaridad global, y unirse a la negociación para garantizar una exención de los monopolios de la propiedad intelectual para cubrir las tecnologías esenciales sobre medicamentos, diagnósticos y vacunas.
Hu Yuanqiong es asesora jurídica de la Campaña de Acceso de Médicos Sin Fronteras.